Cada alumno es un mundo en varios aspectos. Los que se podrían denominar alumnos convencionales suponen el típico reto de transmitir los conocimientos, que los entiendan y castigarles/regañarles cuando no hagan los deberes o muestren un comportamiento en clase que no es propio de unos valores morales y cívicos como los que tiene que tener un estudiante en un centro escolar.
Pero hay otro tipo estudiantes que requiere nuestra atención de forma más específica. En mi caso y en primer lugar, son aquellos que presentaban altas capacidades. Para este tipo de alumnos, hay que diseñar ejercicios o pruebas que les suponga un reto para su capacidad mental. Hay que procurar que estén motivados para que puedan desarrollar su potencial.
Por otro lado, existen alumnos con algún tipo de discapacidad o trastorno que requiere utilizar métodos alternativos para que puedan aprender sin problemas. Se debe hablar con la Jefa de Estudios y la Psicóloga para pedir información sobre cómo llevar ese caso y darles también mi opinión. Después, hablar con los padres de los estudiantes en cuestión para que estuvieran al tanto de lo que se pretende hacer, que den su visto bueno y/o que aportaran otro punto de vista según su forma de pensar o experiencia.
Por último, hay que prestar atención a los alumnos que tengan un contratiempo (enfermedad o estancia en casa por algún motivo) o que, por su forma de pensar, no puedan estar presentes cuando se esté impartiendo un determinado tipo de contenidos. En estos casos u otros parecidos, hay que pensar siempre en que la finalidad del proceso enseñanza-aprendizaje es que los estudiantes llenen su mente de sabiduría y cultura. Por lo tanto, hay que buscar una solución para que el alumno esté activo aunque no esté en el aula: trabajos alternativos, mandar los deberes por mail y que nos lo manden de la misma manera…
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