Entre los rasgos que menos me gustan de las personas están la mala educación, las mentiras y la falta de respeto. Sabía de ante mano que esos tres elementos de comportamiento iban a estar muy presentes en el alumnado pero también era consciente de que era una persona con mucha paciencia.
Pero he comprobado que mi paciencia era mayor de lo que yo pensaba porque me he tenido enfrentar al reto de tener que controlar a 25-27 alumnos a la vez por clase en clase y, aunque más de la mitad tienen un comportamiento correcto, hay 8 o 9 estudiantes que ponen a prueba mi paciencia.
Pero en ningún momento he desesperado, siempre intento crear algún método para controlar y/o modificar su comportamiento para conseguir que la clase tenga el ambiente idóneo para que el proceso enseñanza-aprendizaje se diera en un contexto positivo y constructivo.
Gracias a todas esas estrategias, puedo llevar mejor el control de la clase pero siempre partiendo de la base de que la paciencia era el primer paso porque no se puede perder los nervios ante los estudiantes y porque si lo hacía era cuando no habría manera de tener un ambiente relajado.
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