Cuando un alumno está malo o tiene cualquier complicación física (un golpe o una herida), el delegado de clase le acompaña a la sala de profesores y, una vez allí, el profesor que esté de guardia le lleva al médico que está allí mismo dentro del centro.
Parece que es una experiencia más y que no supone nada para el profesor de prácticas que los pequeños detalles siempre suman y este pequeño detalle supone no crear un vínculo cercano con ese alumno pero sí que se reducen las distancias y no te ven como un docente que está de paso.
En una de las ocasiones, cuando acompañé al alumno mareado, se trataba de un estudiante de 2º ESO que solía hablar en clase (aunque no mucho) y que no siempre traía los deberes hechos. En los siguientes a acompañarle al médico, estuvo más tranquilo en las sesiones y con las actividades las traía hechas de casa. Era como si estuviera agradeciéndome, consciente o inconscientemente el haberle llevado, haber estado con el un rato hasta que se encontrara bien y haberme interesado por su estado durante unos días.
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